jueves, 20 de febrero de 2014

La muerte ignorada, el último tabú. (segunda y ultima parte).

La cultura actual acude más a mecanismos de defensas que niegan la inevitabilidad de la muerte. Por eso, quizás ésta es más aterradora que antes, porque la civilización actual trata de ocultarla.
La muerte,  señalaba Juan Luis Ruíz de la Peña está siendo objeto de represión, de maquillaje, de enmascaramiento, de silencio, de sublimación, de glorificación, pero en cualquier caso está ahí omnipresente y humana.
El olvido mediante la represión no es liberador. Parece que nos aleja de lo que nos hace sufrir, pero no lo consiguiente del todo, porque el recuerdo permanece enterrado en nosotros y sigue influyendo en cada instante de nuestra vida.

El esfuerzo de negar la muerte la muerte, su dramatismo, su misterio, se enfrenta ante una realidad que sigue estando presente en forma de temor difuso con una carga de angustia que no logra desaparecer a pesar del maquillaje.
La minimización de la muerte es el índice revelador de la minimización del individuo mortal. Una ideología que trivialice al individuo trivializara la muerte.
Hoy el ideal es la muerte de aquel que tiene apariencia de que no va a morir. Hay un fondo en la naturaleza humana en el que aparecen la fragilidad, el dolor y el sufrimiento. Realidades que la sociedad del bienestar trata de ocultar, rechazar o soslayar.
Nuestra cultura ha contribuido a deshumanizar el morir. En algunos casos, la dificultad de morir se convierte en un especie de maldición.
La empresa médica puede entonces interponerse entre el individuo y su muerte, haciendo casi desearla como una conquista que arrancar a la fuerza; a veces, el empeño médico de prolongar la vida, lejos de ser beneficio, se revela de pronto como maléfico. El “derecho a la muerte” se ha convertido, en este sentido, en  una reivindicación de gran actualidad.

Carl Rogers, uno de los iniciadores de la llamada psicología humanista, señalaba que estamos especialmente errados cuando pensamos que la muerte es el enemigo siempre; necesitamos llegar a comprender que hay un tiempo para poder morir cuando realmente es el momento. 

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