Los cuidados integrales
Un equipo
interdisciplinar atiende a estos enfermos, para la consecución de los objetivos
previstos.
La excelencia de los cuidados aplicados por enfermería, deben marcar la atención de estos momentos del final de la vida de una persona. En todo ese proceso de enfermedad, la terminalidad requiere también la ayuda lo más esmerada y cercana. Cuidar a estos pacientes exige una cualificada preparación para responder hasta los más pequeños detalles, que facilitarán alcanzar el final lo más apaciblemente posible.
Enrique Anrubia nos
concreta que «cuidar es lo que se hace si al hacerlo se recuerda el infortunio
y la desdicha común; y eso, en latín, se dice precisamente miseri-cordia: llevar
en el corazón (cor) el infortunio y la desdicha (miser)- cuidar
de otro, cuando se hace con cuidado, es tener el hábito en el corazón, la
misericordia- de procurar el bien ajeno y de advertir en su desdicha la índole
común de los hombres.»
Twycross especifica
que se requieren de habilidades profesionales de alto nivel para aplicar los
cuidados óptimos, individualizados para cada paciente, atentos a los detalles y
sensibles con la situación del paciente. Entre las habilidades específicas que
se requieren a los profesionales, se encuentra la disponibilidad cercana y tranquila.
Shirley nos cuenta como en St, Crhistopher´s Hospice se aprendió de Cecily Saunders
a respirar este ambiente y a dedicar el tiempo que fuera preciso a cada paciente:
«Nadie es capaz de hablar de temas como la vida y la muerte o la existencia de
Dios, y menos aún de su propia vida o de su muerte, con la sensación de tener
un contador de minutos encima de su cabeza.» Toda la atención que precisan los enfermos
requiere un cuidado especial de los profesionales para que junto con la
cercanía, se evite el posible «quemamiento» de los profesionales. Los médicos y
enfermeras que trabajan en unidades de Cuidados Paliativos tienen similares niveles
de ansiedad y depresión que otros compañeros de otras especialidades, pero menores
índices de burnout.
Entre los motivos se destacan el que estos
profesionales suelen elegir personalmente tratar con pacientes al final de la
vida; y son los que quedan; a los que no les gusta, se marchan de estas
unidades. También el trabajar con unos objetivos y filosofía propia, junto con
una preparación y formación continua favorece esta prevención. Como
conclusiones se puede señalar que es necesaria la mayor preparación posible en
los profesionales que atienden las unidades de cuidados paliativos. Se tendrán
en cuenta la alta cualificación, con conocimientos basados en los estudios científicos
y en la formación continua a través de investigaciones que constaten los beneficios
de nuestras actuaciones. Pero también las idóneas condiciones personales de
sensibilidad, servicio, respuesta amable, capacidad de empatía y apoyo a los
problemas que plantee el enfermo y la familia.
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