jueves, 27 de marzo de 2014

Como informar al enfermo de su gravedad (parte 2)

Como informar al enfermo de su gravedad.

También el enfermo puede fingir no saberlo, en un intento de proteger a sus seres queridos. Como en el caso de Luis, un hombre de 50 años que se está muriendo de un cáncer de pulmón y, recientemente nos dijo con gran serenidad- “a mi mujer hay que ir diciéndoselo poco a poco”-.
Una vez que sabemos lo que sabe, deberemos averiguar qué quiere saber, mediante preguntas directas y en tono respetuoso, ¿quiere saber algo más? Si su respuesta es negativa deberemos respetarla y mostrar nuestra disponibilidad en el futuro. Si en cambio es afirmativa, deberemos evitar la confrontación brusca, y tender hacia lo que ahora se llama “verdad soportable”.
Cada persona tiene que decidir cuanta verdad puede soportar. 


Si el enfermo nos dice algo así como –“creo que me voy a morir”-, deberemos averiguar que nos quiere decir con eso, ¿Qué le hace pensar eso?, puede ser una buena respuesta. Nunca olvidamos la escucha empática y la enorme importancia de la comunicación no verbal.
El lenguaje debe adecuarse a las características de cada paciente (edad, nivel cultural, capacidad de comprensión). Debe ser un lenguaje comprensible y soportable en su contenido, trasmitiéndose de forma gradual y con tacto. Deberemos evitar lo mecánico y estereotipado. La comunicación deberá ser clara, simple (que no de lugar a la confusión) y continuada.
Informar al paciente que mal diagnostico o pronostico no es un único acto, sino más bien un proceso. No debemos olvidar que en una situación de estrés, la información que puede asimilar una persona no es completa, sino que queda muy reducida, por lo tanto los mensajes que se trasmitan deberán ser breves. No es bueno dar mucha información un mismo día, ya que el paciente no captará toda y es posible que mezcle cosas y se confunda.
La información deberá ser siempre verdadera, no mentir nunca al paciente, ni afirmar algo que no se está seguro. Si no te sientes capaz de decirle la verdad, al menos no le engañes, buscar el equilibrio entre no decir la verdad pero no engañar.

Un aspecto que me parece de gran importancia es el contexto ambiental en el que se le informa a los pacientes o/y seres queridos de la gravedad de la situación. Demasiadas veces se hace en un pasillo de un centro hospitalario, de mala manera, sin intimidad, expuesto a las miradas de otras gentes. Es importante preservar la privacidad y confidencialidad. Es bueno disponer de tiempo, sentarse al lado del enfermo o de la familia, aparecer relajado, sin prisas, sin aparentar temores, en un ambiente distendido.


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martes, 25 de marzo de 2014

Como informar al enfermo de su gravedad

Como informar al enfermo de su gravedad

Es posible que el enfermo ya sepa que se está muriendo y solo recurra a ti para que se lo confirmes. Si no eres sincero dejara de tenerte confianza y no se sentirá en libertad de seguir compartiendo conmigo sus pensamientos.
Que el enfermo no pregunte, no es igual a que no quiere saber. Debemos dar la posibilidad de preguntar- ¿quiere saber algo más?- Debemos ser muy cauteloso con este hecho, y analizarlo bien. Recuerdo un hombre ya mayor que no solía preguntar nada a los médicos. Un día que la conversación giro hacia ciertas incertidumbres sobre la sintomatología, le interrogue sobre si estas dudas se las preguntaba al médico. Su respuesta fue rápida y tajante- “¿Cómo voy a hacerle perder el tiempo al Doctor, con la de cosas que tendrá que hacer?”-
También puede ocurrir que su silencio tenga que ver con que el enfermo pueda pensar por cierto tipo de preguntas puede ser comprometidas y no quiere poner en apuros a nadie, y se decida por callar. Por lo tanto, deberemos concluir, que el no preguntar no es sinónimo de que no quiere saber.
Si el enfermo te pregunta a ti sobre tu situación, y tú le contestas honestamente aunque sin quitarle la esperanza, la comunicación estará abierta y podrá compartir más adelante pensamientos y sentimientos.


Es importante manejar lo que sabe el enfermo. Todos intuyen o saben algo, ya sea por la presencia de familiares que están lejos y sorprendentemente aparecen a visitarles, ya sea por cambios en los tratamientos. Una enfermera es una ocasión me dijo,- “lo mío debe ir mal ya que no me van a dar más tratamientos”-. También pueden llegar a tener información por comentarios de familiares y amigos. Recuerdo como una amiga o conocida de una paciente que atendía le comento un día:- “La misma cara que se te está poniendo tenia fulanita antes de morir”-. Otras muchas veces no hace falta que le digan nada ya que es el propio enfermo quien se da cuenta de su deterioro. 



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martes, 4 de marzo de 2014

El familiar cuidador de pacientes con SIDA

Discusión

Los familiares cuidadores de personas con SIDA en este estudio eran mujeres, en su mayoría madres que cuidaban a su hijo(a) enfermo(a), que llevaban más de dos años en este rol, y vivían con el enfermo. Esta situación es un factor importante en la "carga del cuidador", ya que estas mujeres se veían obligadas a asumir el cuidado de sus hijos o familiar enfermo por la responsabilidad social del "ser madre".

La mayoría de los familiares cuidadores, según el ciclo evolutivo, se encontraba en la etapa en que se busca la productividad y/o la estabilidad familiar; sin embargo, al asumir el rol de cuidador, el cual les ocupa gran cantidad de tiempo y de energía, muchas veces les impide el desarrollo de otras actividades que estimulen su propio desarrollo. También se observó que la estabilidad familiar se puede ver afectada por la presencia de un miembro de la familia con SIDA, que además de ser una enfermedad física y social, los enfrenta a una muerte latente, factores que también contribuyen a la carga del cuidador.
Todos los familiares cuidadores vivían con otras personas, de lo que se podría esperar que contaban con la ayuda de terceros para llevar a cabo el rol de cuidador; sin embargo, la mayoría dijo necesitar el apoyo de otras personas para ejercer el cuidado, lo que demuestra su sensación de soledad al estar realizando este rol. Esto se puede relacionar con la crisis familiar que surge al enfrentarse a esta enfermedad y al aislamiento que se produce por el estigma social y miedo al contagio. Además, influye el no saber con claridad qué pasaría si pidieran ayuda, puesto que tendrían que contar a otros de qué se trata la enfermedad y no saben con claridad qué pueden pensar de las personas infectadas con VIH/SIDA.


Esto lleva a que gran parte de los cuidadores de personas con SIDA se encontraban enfrentando una decisión, al momento del estudio, en su mayoría relacionada con el seguir o no en el rol de cuidador, con comunicar o no a otros la enfermedad, y con algunos aspectos económicos que involucran el cuidado. De aquellos que estaban tomando una decisión en salud, más de la mitad refería que se sentía frente a un conflicto decisional, es decir, estaban pasando por un período de incertidumbre ante lo que debían elegir y hacer, debido a que no existía claridad de los resultados que se podrían obtener, ya que cabía la posibilidad de obtener cambios no deseados.
El problema de seguir cuidando o no al familiar con SIDA se relaciona con lo que Ngan y Cheng proponen como el "dilema del cuidado", que surge cuando la persona se siente obligada a cuidar o agobiada cuidando. Se pueden hacer otras relaciones con el estudio de Turner y Catania que definen el término burden (o carga del cuidador) y con el estudio de Mackenzie y Holroyd, en el cual identifican como una de las necesidades más importantes de los cuidadores el hacer una pausa en el cuidado, debido al agobio producido por éste. Suet y Luke también concluyen que uno de los problemas en la experiencia del cuidado es la fatiga del cuidador.
Se destaca en este estudio, como uno de los problemas que percibe el familiar, su propio estado de salud, sentir su salud emocional deteriorada, al igual que en las investigaciones de Mackensie y Holroyd y Suet y Luke, donde se revela que la salud de los cuidadores se va deteriorando con el tiempo, lo que además puede alterar la relación con el familiar a quien cuidan.
En relación al problema económico, en los mismos estudios referidos anteriormente, tanto Mackenzie y Holroyd como Suet y Luke identifican la necesidad de ayuda económica en la enfermedad como algo importante. La carga económica que implica esta enfermedad se explica por su cronicidad, el costo de su tratamiento* y la imposibilidad de trabajar que tiene la mayoría de las veces la persona enferma, ya sea por su estado de salud o por la discriminación social. A lo anterior, se suma que la mayoría de los familiares cuidadores son dueñas de casa y no pueden trabajar por estar en esta tarea de cuidadora.

Las dificultades que enfrentan para tomar la decisión muestra que la mayoría de los cuidadores se encuentra en la etapa contemplativa del proceso de cambio, esto es, que están sintiendo la necesidad de cambiar su actual conducta con relación al cuidado de su familiar enfermo, y están evaluando las alternativas posibles; sin embargo, no realizan el cambio por la dificultad afectiva que implica evolucionar cuando ya se sienten emocionalmente agotados.
Por otra parte, al determinar los factores que facilitan la toma de decisión, se encontró que los entrevistados en general reconocían contar con recursos personales, tales como el buen nivel educacional que poseen. En su mayoría, los cuidadores tenían más de 8 años de estudios formales, esto influyó en la forma en que enfrentaban el problema, la mayoría buscó información sobre las opciones que poseían y las ventajas y desventajas de éstas, por lo que los familiares cuidadores no identificaban la entrega de información como una estrategia de apoyo necesaria.
Además ayudaba en su proceso el que percibían su estado de salud físico y cognitivo como bueno.

Por último, esta investigación mostró que les ayudaría a tomar mejores decisiones el tener apoyo de otros, así como, mejorar la comunicación con el familiar con SIDA al que cuidaban. Esto confirma que la necesidad de apoyo social es más importante que la necesidad de conocimiento en este grupo. En relación a la forma de recibir ayuda, al 100% de los familiares en conflicto les ayudaría la consejería de un profesional de la salud ya que se encontraban en un proceso donde requerían escucha y apoyo de otros, es decir, ayuda afectiva. Además, el 80% planteó que les ayudarían las discusiones grupales en organizaciones de familiares de personas con SIDA.
Es importante considerar que los cuidadores piden ayuda y escucha, por lo que existiendo personal motivado a trabajar con ellos, como son los voluntarios que se desempeñan en distintas organizaciones de salud, es posible capacitarlos en el proceso de toma de decisión, en técnicas de escucha activa y en relaciones interpersonales, para así potenciar la ayuda que los familiares perciben como necesaria.


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